Mi abuela Felipa era huérfana de padres militares y por eso se educó en el
colegio de huérfanos de Valdemoro.
Allí le enseñaron labores del hogar, música, francés…. Una educación
exquisita para la época y que la
llenaron de unos recuerdos buenísimos que le acompañaron durante toda su vida.
Más tarde cuando yo
y mis primas éramos pequeñas nos fue formando también en todo tipo de labores:
coser, a tejer a bordar…
Recuerdo que nos guardaba retales y nos enseñaba a hacer
vestiditos a las muñecas y jersey tejidos a ganchillo.
Creo que esto fue lo que me llevó a que luego me
entusiasmara por el Patchwork e incluso llegue a hacer mi profesión de esta técnica.
El ganchillo no lo volví a ejercitar hasta hace
aproximadamente un mes, cuando vi a mi amiga Carmiña tejer un chal precioso y
me dio una envidia terrible, y es que soy culo veo culo quiero!
Así que aprovechando que ya habíamos mandado todos los
enseres de la casa en un contenedor a nuestra nueva casa y no tenía ni maquina
ni telas, compre algunas madejas y empecé a tejer cogiéndole el gustillo.
Hoy ya tengo dos chales
tejidos y en las agujas me aguarda un tercero y un clunch a juego ….
Y es que tejiendo mi cabeza vuela a esas tardes de verano
escuchando a mi abuela Felipa enseñándome y cantado canciones de su colegio de
Valdemoro.